domingo, 7 de agosto de 2011

Adelantar el tiempo.. .

Armaba aquel niño con gran esmero su segundo pito de tabaco. La tarde era tibia y los rayos de luz se deslizaban suaves por entre los eucaliptos, el viento que se había detenido hace algún momento -como para acompañarle en su espera- había esparcido las hojas, dejando su figura dibujada mirando las nubes.
No sabía siquiera si realmente resultaría, después de todo sólo era aire y un poco de tabaco quemándose junto con su garganta.
El en realidad no sabía nada,y nunca quiso saberlo, aunque en ocasiones quería saber todo, sólo intentaba encontrar sus propias respuestas, -la verdad aún sigo creyendo de que conseguía saber nada- sólo esperaba entender un poco mejor las cosas, lo suficiente para poder fumarse mejor el tiempo, aquel tiempo que tardaba tan lento. Para fumárselo y elevárse, desvanecerse en millones de partículas, para luego volver a caer.
Era el día uno, era su cuerpo el humo, y en tiempo y espacio una eternidad, desvaneciéndose y siendo aire también. Una hoja tras hoja caer, sugiriendo un poco de sombra. Una calada tras otra, sin otro resultado más que el de consumir todo el tabaco que había en su cajita rectangular.
Eran todos sus sueños tomando un nuevo matiz. Era su boca toda, sus labios todos tomando un nuevo sabor, el sabor del tabaco, sabor de la espera, y espera, que es algo más allá de todo lo que se pudiese decir. Era ya el crepúsculo asomando sus versos en colores intensos.
. ..Era un niño, en su intento por adelantar el tiempo.

20 de abril de 2011

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