domingo, 7 de octubre de 2012

Una cabeza, un infierno

¡No quiero que entres!, no quiero si quiera busques el modo de entrar, no, no quiero verte cruzar la ventana.
¡No!, ¡No lo hagas!.

El demonio que intento controlar es demasiado fuerte, y debo atarle las manos y desgarrar sus lenguas -volverlo a encerrar-. Yo soy la puerta, la llave y el cerrajero.
Tengo miedo pero no es a la oscuridad, es a luz, y que y que esta me ciegue de camino a tu alma.

¡No te acerques!, ¡No lo hagas!, ¡No regreses!, ¡Te alcanzaré!, ¡Tampoco me esperes!, por los dioses que gobiernan la existencia no mires atrás, yo sabré quemar y escupir al demonio en su propia luz, en su propia belleza y claridad. Yo sabre mirarle a los ojos y quemarlos con su propia cordialidad.

No te acerques, la luz intensa al fondo enceguece, no deja ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario