lunes, 4 de junio de 2012

Luna Menguante


Me pregunté de pronto -mientras miraba la menguante luna eclipsada- ¿quién era?
y el humo que acababa de salir de mi boca al dejar consumar lo abstracto de mi pensamiento en aquellas coordinadas claves audibles, me lanzó la respuesta enredada en sus pomposas nubes.
Me contuve la memoria, pues no quise creer sus palabras, tan mías como la verdad que las teñía de vainilla.
Me contuve las ganas de llorar hasta secar cada uno de mis huesos, me contuve -y aún más me duele eso- pues también sé que fue en realidad un acto de cobardía.
Mientras, cada cosa iba dándole, en su propia medida, mayor peso a la respuesta muda.  Y yo intentando poder hacer nada, por no equivocarme y desencadenar un nuevo ciclo de injusticias sobre mi parecer, que en realidad no quería enfrentar.
Encendí el reproductor, me bajé no sé dónde, miré el horizonte -se podían identificar todavía esa mezcla (indescriptible para mi) de colores tenues-, caminé hacia el oriente, me senté en una especie de plataforma de cemento cerca al mar. Encendí otro pito de tabaco, vi al viento mecer el mar, y al mar intentando enfrentarlo, vi mi respiración enfriarse a unos centímetros de mi cara, sentí como de apoco más y más comenzaba a tensarse mi piel producto de las navajas heladas de la mañana, vi y sentí otras muchas cosas, pero decidí no seguir  temiendo, y decidí enfrentar las consecuencias del respirar y óxidarme. Decidí quitarme el miedo impuesto, morir, nacer y volver a morir. Lo decidí y así lo sentí.. .
Me acerqué un poco más a la baranda que separaba la implosión en mi cabeza de los lobos marinos que pasaban bajo mis pies y el concreto que sostenía la estructura, en silencio me subí a ella y me dejé llevar por el viento que comenzaba a cesar. El silencio sesó luego de un momento, justo en cuanto la menguante luna se desvanecía arriba entre las olas y mi vista.

1 comentario: