Esa noche
la luna llena, se llenaba los pulmones del humo de tabaco que enroscado subía
por la oscuridad estrellada, cual dragón chino se eleva por algo de más
claridad para ver su destino.. .
Aquella
noche, en la que oscurecí -sin saberlo, sin pensarlo- la luz de luna con el
humo vainilla de mis cigarros, esperé tu llamada, escribiendo sentado bajo el
olivo, mientras la mueca de tristeza lunar que aún se lograba entre ver al
ascender más hacia el centro de la cúpula terrestre, desaparecía lentamente.
Te pensé
tanto, y creo lo supiste al descubrirte en medio unas piedras de cuarzo y
otras cosas, pensando en mí. No te llamé y sólo esperé, pues sabía
que el amargo sabor de mis palabras tenían culpa en este vacío.
Callé y
sólo quise esperar y seguir sintiendo el amargo sabor del café y el tabaco de
vainilla alentando la espera.
Quise
volverme humo en el cigarro, a ver si podía elevarme alto, bien alto por sobre
las nubes, y verte dormir de lado mirando con tus párpados cerrados la muralla.
Para verte dormir y abrazarte mientras sueñas con estas mismas palabras, que
susurraré a tu oído.
Callé y
sólo quise esperar, pues sabía que la oscuridad de mis palabras apaga de
pronto, el brillo de las tuyas. Y la vergüenza de ser dueño del vacío de tus
palabras, continuaría inundando mi mente de melancolía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario